Discos encontrados: Conejo Ficción, «Nunca más/No puedo soñar»
Efrén “Conejo” Contreras es uno de los músicos más interesantes y longevos del rock leonés. Desde los años ‘70 se ha mantenido en activo tanto en solitario como con distintos grupos; entre ellos El Arca de Noé, el proyecto Lobatos y la muy famosa banda de versiones, Arco Iris Band.
Sin embargo, como una buena mayoría de los músicos guanajuatenses del siglo XX, pisó escenarios de todo el país pero trabajó poquísimo en el estudio de grabación. De hecho, lo hizo dos veces en una carrera de más de cuarenta años (y contando). La primera fue en 1981 y, aunque la fecha exacta se ha perdido, fue en Lagos de Moreno, Jalisco; el resultado fue un disco de 7 pulgadas con dos canciones originales.
“La compañía Discos Ave fue fundada por miembros del grupo La Hermandad”, me cuenta Contreras. “Comenzaron a buscar talento en las ciudades aledañas y, claro, lo encontraron en León. Ramón López, con su grupo Tiempo 4, también grabó con ellos. Era una compañía muy pequeña y no prosperó; como suele suceder, el dinero fue uno de los grandes obstáculos”.
En esa época, Contreras tenía un buen puñado de canciones escritas, pero no un grupo fijo. Para la grabación, formó un combo de tres músicos al que llamó Ficción. Además de él mismo en la guitarra y voz, reclutó a Gustavo y Eduardo “Lalo” González Barajas en el bajo y en la batería, respectivamente. Estos hermanos eran de la Ciudad de México y tocaban en distintos ensambles, en donde se les requiriese. “Tiempo después, se fueron a Canadá”, rememora Contreras. “Después de grabar conmigo, se regresaron a México, no sé cómo les fue por allá; ya no volví a tocar con ellos”. El mismo “Conejo” era músico de tiempo completo —contrario a él, muchos de los miembros de los grupos leoneses de la época tenían trabajos de día—, así que siempre entendió que el oficio llama en distintos lugares y en distintos tiempos.
El grupo, entonces, sirvió para la grabación, pero no duró mucho con esta configuración: grabaron y cada quien se fue por su lado. El nombre, de todos modos, pegó. “Los de Discos Ave incluyeron mi apodo en la portada, pegado al nombre del grupo”, dice Contreras. “Entonces en la portada se lee como Ficción Conejo, aunque mucha gente también le llamaba Conejo Ficción; el nombre se transformó sin querer”.
La grabación se hizo en vivo, en una sola toma. Lo que se escucha es lo que hay. Y puede notarse una energía especial, una imperfección genial; rock como se entendía e interpretaba en Guanajuato al terminar la década de los ‘70. El lado A, “Nunca más”, es un rock lento que destaca por su guitarra rítmica; es la canción que, en las tocadas en vivo, marcaba el momento para el baile en pareja, para rellenar el vaso de cerveza, para la pausa para seducir.
El lado B es puro Ficción, lo que Contreras realmente sabía hacer en vivo. “No puedo soñar” es un rock frenético, ansioso, que quiere ir a toda velocidad pero no le alcanza. Es justo ahí en donde está su encanto. Uno sólo puede imaginarse —porque no quedó más registro— todo el movimiento y el sudor que podía causar este tema en vivo. No queda más que imaginar tardeadas, tocadas en el Barrio de Santiago o en el Lienzo Charro. Este debió ser el punto álgido de la noche.
El disco no sonó en la radio. La payola ha sido una constante en el trabajo de la radiodifusión en México y Contreras, al ser un artista independiente, se enfrentó con el dilema de costearse un espacio en las ondas o promoverse por sus propios medios. Optó por lo segundo. “Las estaciones de radio me querían cobrar hasta cuatrocientos pesos por poner una canción, un lado del disco; era imposible para alguien como yo y decidí no pagar eso”, dice, aunque no lo lamenta. En cambio, regaló montones de copias del single. “Yo no tengo el disco, los di todos. Tenía varias portadas, pero el vinilo nunca estuvo en mis manos. Prácticamente regalamos todo el tiraje”.
Hoy, es complicadísimo encontrar una copia. Quién sabe qué fue de todas aquellas que pasaron de mano en mano, dónde quedaron, qué se hizo con ellas. Contreras nunca ha sido nostálgico; al contrario, ha continuado tocando en vivo e incluso lanzó un CD en 2018, apenas su segunda grabación. Y siempre ha adaptado sus canciones al lugar en donde toca, al público que lo escucha en el momento. Es un músico de la vieja escuela, que cree en que el sonido existe en un tiempo y un lugar y ya no se repite; si se le graba, se registra apenas una versión posible de esa canción, apenas una.
Pero, por suerte, un par de esas versiones quedaron prensadas en plástico. “A la gente en León le gustó y con eso me basta”, dice Contreras con toda la sinceridad que le es posible. “A veces no se necesita más que un pequeño público que le anime a uno, ya con eso uno hizo lo que le toca”. Puede que sí. Pero también llega ese tiempo en el que las canciones encuentran otros oídos. Ojalá sea este.
C/S.